La valoración
funcional es un método eficaz utilizado para observar, evaluar e intervenir en
determinados desequilibrios que afecten el movimiento de un individuo.
Dicha valoración
es el aspecto clave en el ámbito profesional y se realiza en base a la función
física, es la capacidad de funcionar independientemente en la realización de
actividades diarias. La función física está compuesta por una serie de
variables, mediante las cuales se evalúa al paciente con el fin de observar el
sistema afectado, entre ellas: flexibilidad, control neuromuscular, rendimiento
cardiopulmonar, estabilidad, coordinación y equilibrio.
Asimismo, existen
3 etapas por las cuales se rige la valoración y que determinan el problema del
individuo, una estructural, basada en la revisión de la deficiencia de las
funciones de movilidad, otra en cuanto a las limitaciones funcionales en las
actividades diarias (trotar, trabajar, corre, etc…) y una última en cuanto a la
discapacidad o restricciones por las cuales atraviesa el paciente. Etapas que
luego de ser evaluadas, conllevan a la toma de decisión del profesional con el objetivo
de otorgarle la posibilidad al afectado de recuperar su funcionalidad.
Uno de los
elementos más vitales al llevar a cabo la valoración funcional es la
interacción con el paciente, mediante tipos de datos, ya sean, auditivos,
mediante la historia del afectado; visuales, mediante la inspección; táctiles,
por palpitación y mixto con el uso de las diferentes herramientas tecnológicas
que en conjunto permiten obtener información esencial sobre la funcionalidad y
sobre la cual se lleva a cabo la valoración.
Un modelo basado
en obtener resultados y que sirve como guía al constar de distintos pasos que
tienen como fin obtener el resultado deseado es...